Han pasado varios meses y aun me inunda una profunda emoción y satisfacción por la experiencia vivida en el Camino Universal a Santiago 2016.  En esta ocasión recorrí la Vía de Asia junto a 19 caminantes más, resultando ser un excelente camino de aprendizaje y toma de conciencia para cada uno de nosotros/as, así como una oportunidad maravillosa para contemplar la naturaleza abrumadora que en cada momento se nos abría ante nuestras atentas miradas, permitiendo expresar emociones internas que en contacto con la madre Tierra, la esencia del vegetal y el fluir del agua nos permitió liberar.

En nuestro camino se cultivaron los Valores Universales como el Amor Incondicional y la Colectividad, fluyendo su energía entre los caminantes a través del elemento agua, presente en forma de lluvia, de niebla, de rocío, de ríos y cascadas, pero también de sudor y lágrimas, dejando rienda suelta al fluir de nuestras sentimientos más profundas entre risas, cantos, bailes y abrazos.

El sentido del oído fue una aliada esencial en este camino, la escucha de las historias personales, unas veces impregnadas de alegría y emoción, otras de tristeza o dolor. Así mismo surgieron palabras cargadas de sabiduría y liberación pero sobre todo de conciencia y de amor.

La escucha de risas, juegos y cantos también nos conectó con nuestro ser interior, junto al sonido del fluir del agua en ríos y cascadas, el canto de los pájaros y el silbido del viento, permitiéndonos hacer verdaderas las tomas de conciencia en nuestras meditaciones y la práctica del Kin-Jo (1).

Pero la reina indiscutible de todas nuestras compañeras fue nuestra Rosa blanca, expresión inequívoca de la pureza del reino vegetal y que cada uno de nosotros portaba desde el inicio, debiendo cuidar, proteger y mimar, como símbolo de la Paz Universal.

Es difícil expresar la emoción vivida al culminar nuestro camino y producirse el reencuentro con el resto de caminantes de las otras Vías en la Plaza del Obradoiro, y aunque en todo momento éramos conscientes que caminábamos al unísono, con el mismo objetivo y destino, sólo la experiencia de lo vivido puede expresar la sensación de ese momento y la emoción del abrazo como la de un verdadero hermano, siendo la Rosa blanca nuestra misma abanderada y el color amarillo de nuestras camisetas el distintivo del colectivo de nuestro Camino.

Por último, no quisiera terminar mi relato sin unas palabras de agradecimiento a nuestros queridos guías Jesús, Mayra y Trini, por su entrega, entusiasmo, paciencia y generosidad, que hicieron posible que nuestro Camino estuviera en todo momento atendido y nutrido tanto en el plano físico como espiritual. Así mismo, dar las gracias a la organización del Camino Universal y a todos los que han hecho posible que este Camino fuera una realidad, porque sin su trabajo y esfuerzo este sueño no habría sido posible.

Desconozco qué Vía haré el próximo año, pero sin duda será el “Camino Universal” con un destino: Santiago de Compostela, un objetivo: compartir los valores de la Universalidad, una compañera inseparable: la “Rosa Blanca” y una melodía de fondo: la Paz Universal:

“….PAZ para Hablar, PAZ para Amar, PAZ sincera para Compartir y Crear PAZ del Mundo, PAZ de la Tierra, PAZ del Hombre, PAZ UNIVERSAL…..”

Marina S. Mercado Hervís. Sevilla, 2016

Coordinadora del Camino Universal en Sevilla

  1. Arte Marcial de la Felicidad que significa «la Fuente Universal del Movimiento»
  2. Estribillo de la canción “Paz Universal” original de Xavi Ferreiro